El
próximo 14 de Abril conmemoramos el 82 aniversario
de la proclamación de la II República. Con este motivo, además de
convocaros a participar en la manifestación y en los diferentes actos
que se celebren el torno a esa fecha, hemos querido recordar y rendir un
modesto homenaje a los más
de 35.000 hombres y mujeres de 53 países distintos que,
agrupados en las Brigadas Internacionales, acudieron
a España en auxilio del gobierno de la II República, a luchar por la democracia y la libertad
Hasta pronto hermanos
Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida
dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.
Un
sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube
a nuestras gargantas atenazándolas... Angustia por los que se van,
soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su
patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos...
Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose
con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.
De
todos los pueblos y todas las razas, vinisteis
a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y
en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la
República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos
camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis
a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y
espíritu de sacrificio.
Y
Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante
y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la
bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.
Por
primera vez en la historia de las luchas de los
pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la
formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la
libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.
Comunistas,
socialistas, anarquistas, republicanos,
hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones
antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la
justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.
Nos
lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia;
su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían.
Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir
por nosotros.
¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes,
inclinaos ante tantos mártires!...
¡Madres!...
¡Mujeres! Cuando los años pasen y las
heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días
dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y
de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la
patria libre sea igualmente sentido por todos
los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de
las Brigadas Internacionales.
Contadles
cómo, atravesando mares y montañas, salvando
fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos
de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados
de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de
España, amenazadas por el fascismo alemán
e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre,
mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí
estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es
la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».
Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como
sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.
¡Camaradas
de las Brigadas Internacionales! Razones
políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual
vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen
volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros.
Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia,
sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la
universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios
de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las
cajas de caudales o hacia las acciones industriales
que quieren salvar de todo riesgo.
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca,
entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved
a nuestro lado, que aquí encontraréis patria
los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de
amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo
español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de
las Brigadas Internacionales!