El nuevo esquema para la secundaria que plantea imponer el ministro de Educación Wert (tres años de ESO y otros tres de bachillerato, restándole un curso a la enseñanza común) se demuestra como una vuelta a la Educación segregada, religiosa y fracasada de épocas anteriores. Estas son algunas de las claves de la reforma educativa que plantea el Gobierno de Rajoy.
Ahora, los alumnos/as deciden a los 16 años si continúan estudiando el bachillerato, un ciclo de Formación Profesional o si se lanzan al mercado laboral (opción bastante poco atractiva hoy en día).
Con la anunciada reforma, la decisión de ir al bachillerato o a la FP se adelanta a los 15 años para los/as estudiantes que no hayan repetido, que estarán obligados a estudiar al menos el 1º curso de una u otra opción, pues la escolarización seguirá siendo obligatoria hasta los 16 años. Para los/as que hayan
repetido alguna vez (el 40% de los/as chicos/as de 15 años) habrá otra opción: los programas de cualificación profesional inicial (PCPI), una vía paralela para aprender los rudimentos de un oficio, una especie de pre-FP que no conduce a ningún título académico, pero da posibilidad de reengancharse más tarde a la ESO.
Varios sindicatos, los padres laicos de CEAPA y numerosos expertos consideran un error segregar a
los/as alumnos/as un año antes, pues rebaja la formación mínima común, lo que a su vez puede reducir la
igualdad de oportunidades y volver a dar la imagen de que la FP es para los malos estudiantes.
Por su parte, el PP siempre ha defendido que separar más temprano es mejor tanto para los que quieren
seguir por la vía académica como para los que no, demostrando así su escaso interés en la
formación académica y personal de los y las que algún día serán los y las trabajadores/as que
mantengan este falso “Estado de bienestar”.
¿Pero qué pasa con los que estudien 1º de bachillerato o FP porque están obligados a cursarlo? Es ciertamente poco común que el final de la edad obligatoria no coincida con el final de una etapa y, con ello, con la consecución de un título. De esta forma el alumno se queda un año descolgado, que no tiene sentido ni organizativa ni pedagógicamente. En Europa, tan solo en Austria, Eslovaquia, Lituania e Italia no coincide el fin de la obligatoriedad con la obtención de un título.
Esta obligatoriedad del 1º curso deberá ser gratuita por estar dentro de la etapa obligatoria y así se abre la puerta a concertar (subvencionar en la privada) todo el bachillerato, algo que solo ocurre actualmente de forma generalizada en la Comunidad Valenciana, País Vasco, Navarra y Baleares.
Hacerlo en el resto de autonomías supondría más de 340 millones de euros, lo que supondría aumentar espectacularmente los bolsillos de las congregaciones religiosas que ostentan la titularidad de centros de enseñanza concertada (más del 92%).
El ministro de Educación también ha anunciado una reforma de la FP para conectarla más con las empresas y lograr así convertir al alumno de FP en un mero obrero u obrera sin protección ante los
vaivenes del mercado laboral. Pero además, el cambio de la secundaria abre algunas dudas sobre su impacto en la FP. La FP de grado medio, a la que se accede después de la ESO y consta de dos cursos, ¿también durará tres años? ¿Y la de grado superior, a la que se accede tras el bachillerato?
¿Cómo quedarán las vías de conexión (exámenes de acceso, convalidaciones, etcétera) que se han ido creando en los últimos años entre la secundaria y la FP? Todo son dudas e incógnitas, un futuro inestable y sin salida es lo que les espera a los y las alumnos y alumnas del futuro Sistema de
Educación Público.
¡¡WERT DIMISIÓN!!
Colectivo Territorial Latina - “Matilde Martínez” de la UJCE de Madrid
